En los tiempos que corren, el consumismo descontrolado se ha instalado en nuestros hogares, otorgándonos más inconvenientes que ventajas. El mundo denominado “desarrollado”, nos ofrece toda una serie de aparatos y utensilios que nos garantizan una vida mejor, es más, nos aseguran que no podemos vivir sin ellos. La publicidad es abrumadora, nos bombardean con información sobre tal o cual producto en cualquier momento y en cualquier situación.
Y así, nos encontramos trabajando para conseguir más dinero para consumir más, y al consumir más necesitamos trabajar más para poder comprar más cosas, que a su vez, nos obligan a trabajar más tiempo... Esta rueda sin fin nos lleva a descubrir que nuestra “calidad de vida” no es tal y que realmente vivimos agobiados por la tensión, la ansiedad y el estrés que conlleva el perseguir algo que quizá no es tan importante.
Podemos observar muchos anuncios que nos informan de las enormes ventajas de algún producto que tan sólo tenemos que “usar y tirar”. Dicho así, parece algo extraordinario, pero parándonos a pensar, nos daremos cuenta de que aunque esto puede parecer ventajoso, es tremendamente dañino, puesto que estamos despilfarrando recursos que no son inagotables. ¿No sería más sensato utilizar un producto que podamos usar muchas veces? De este modo expoliaríamos menos a la Naturaleza y tendríamos aseguradas nuestras necesidades primarias.
La Naturaleza nos aporta todos los recursos naturales que necesitamos y nosotros nos encargamos de malgastarlos de un modo implacable, generando enormes volúmenes de residuos que son difíciles de eliminar y cuya gestión cuesta grandes cantidades de dinero que no todos los gobiernos, locales o nacionales, están dispuestos a pagar.
La “estrategia de las tres erres” resume bien los objetivos que toda persona que quiera hacer algo en beneficio del medio natural, debe tratar de alcanzar: reducir al máximo la producción de residuos, reutilizar todo lo que sea aprovechable y reciclar todo lo que sea posible.
Y así, nos encontramos trabajando para conseguir más dinero para consumir más, y al consumir más necesitamos trabajar más para poder comprar más cosas, que a su vez, nos obligan a trabajar más tiempo... Esta rueda sin fin nos lleva a descubrir que nuestra “calidad de vida” no es tal y que realmente vivimos agobiados por la tensión, la ansiedad y el estrés que conlleva el perseguir algo que quizá no es tan importante.
Podemos observar muchos anuncios que nos informan de las enormes ventajas de algún producto que tan sólo tenemos que “usar y tirar”. Dicho así, parece algo extraordinario, pero parándonos a pensar, nos daremos cuenta de que aunque esto puede parecer ventajoso, es tremendamente dañino, puesto que estamos despilfarrando recursos que no son inagotables. ¿No sería más sensato utilizar un producto que podamos usar muchas veces? De este modo expoliaríamos menos a la Naturaleza y tendríamos aseguradas nuestras necesidades primarias.
La Naturaleza nos aporta todos los recursos naturales que necesitamos y nosotros nos encargamos de malgastarlos de un modo implacable, generando enormes volúmenes de residuos que son difíciles de eliminar y cuya gestión cuesta grandes cantidades de dinero que no todos los gobiernos, locales o nacionales, están dispuestos a pagar.
La “estrategia de las tres erres” resume bien los objetivos que toda persona que quiera hacer algo en beneficio del medio natural, debe tratar de alcanzar: reducir al máximo la producción de residuos, reutilizar todo lo que sea aprovechable y reciclar todo lo que sea posible.
Los residuos generados en el hogar son recogidos por el camión de la basura, 1 bolsa de desechos por habitante y por día en los países desarrollados. Esta gran cantidad de basura es de difícil y costosa gestión.
Una bolsa de basura, contiene aproximadamente por dento un 50% de materia orgánica, un 20% de papel, cartón o madera, 10% de vidrio, 8% de metales, 7% de plásticos y el 5% restante está formado por residuos minoritarios.
A pesar de que en los últimos años se han construido plantas de tratamiento de residuos sólidos urbanos, todavía podemos encontrar vertederos incontrolados en algunos barrancos.
La basura abandonada produce líquidos que se pueden filtrar en el suelo, que pueden contaminar las aguas superficiales o subterráneas.
¿Qué podemos hacer los ciudadanos?
En primer lugar, deberíamos hacer una reflexión sobre cómo queremos vivir y cómo queremos que sea el mundo en el que vivimos.
Si la idea que se nos viene a la mente es “en armonía con el medio natural”, es el momento de poner a punto una serie de actuaciones simples, cotidianas, que si son hechas por muchas personas como tu o como o yo, haremos mejorar la salud de nuestro entorno, y en definitiva, la nuestra.
Una bolsa de basura, contiene aproximadamente por dento un 50% de materia orgánica, un 20% de papel, cartón o madera, 10% de vidrio, 8% de metales, 7% de plásticos y el 5% restante está formado por residuos minoritarios.
A pesar de que en los últimos años se han construido plantas de tratamiento de residuos sólidos urbanos, todavía podemos encontrar vertederos incontrolados en algunos barrancos.
La basura abandonada produce líquidos que se pueden filtrar en el suelo, que pueden contaminar las aguas superficiales o subterráneas.
¿Qué podemos hacer los ciudadanos?
En primer lugar, deberíamos hacer una reflexión sobre cómo queremos vivir y cómo queremos que sea el mundo en el que vivimos.
Si la idea que se nos viene a la mente es “en armonía con el medio natural”, es el momento de poner a punto una serie de actuaciones simples, cotidianas, que si son hechas por muchas personas como tu o como o yo, haremos mejorar la salud de nuestro entorno, y en definitiva, la nuestra.
- Deberíamos generar la menor basura posible, ya que no hay que olvidar que cuanta mayor cantidad generemos, mayor será el coste para reciclarla, y además tendrá una repercusión negativa sobre el medio ambiente al producir gases, malos olores, liberación de metales pesados, etc.
- Es conveniente reutilizar todo aquello que aún nos pueda ser útil, rechazando los productos de “usar y tirar”, ya que con su consumo favorecemos la dilapidación de los recursos naturales.
- Cuando compramos, no debemos hacerlo compulsivamente, sino pensando en lo que realmente necesitamos. No debemos dejarnos engañar por ofertas en las que se nos regala algo, ya que esta estrategia de venta tan sólo encarece el precio del producto inicial.
- En casa, podemos recoger nuestra basura selectivamente, es decir, colocar por separado la materia orgánica, el papel y cartón, el vidrio, el plástico y las pilas. Es obligación de la administración correspondiente proporcionar contenedores específicos para cada producto, por lo que si no existen cerca de nuestra casa, debemos solicitarlos.
- Es conveniente comprar artículos hechos con material reciclado, ya que de este modo contribuimos a reducir el consumo de los recursos naturales básicos y potenciamos la utilización de artículos de este tipo.
- Debemos rechazar productos con embalajes sofisticados e innecesarios, ya que además de incrementar nuestra basura, encarecen el producto que queremos comprar.
- Y, en definitiva, reducir, reutilizar y reciclar todo aquello que nuestro sentido común nos dicte. Sólo así frenaremos la carrera de un mundo abocado a estar lleno de basura.
no hagan algo bn
ResponderEliminarno hagan algo bn
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